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miércoles, 15 de julio de 2015

COMPASIÓN, CONCIENCIA PLENA Y MÁSTER PSICOLOGÍA POSITIVA. .



Hace apenas unos meses realicé un curso de formación con el nombre tan poco familiar de "Entrenamiento en el cultivo de la compasión", desde entonces mi vida realmente está cambiando. Me levanto por la mañana y desde bien temprano la mente dispersa y divagante cae en el hábito de saltar al futuro y al pasado. Hoy la he pillado en el pasado, juzgando. Me dí cuenta. Dejé de hacerlo y simplemente volví a mi presente, a mi respiración. Desde ahí me propuse de nuevo a estar allí donde estaba mi cuerpo, con mi familia, con mi mascota maullando el desayuno. Pero también volví al presente con el corazón, con el respirar desde él para poder comprender y no juzgar, para dar paz a quien juzgué desde la distancia y soltar ese rencor, siendo sabiamente egoista. Me hubiese resultado muy difícil volver al presente si no soltase ese pasado apoyado hoy en un deseo genuino y sincero. Tal vez su recuerdo sea más amable en el futuro pero no me preocupa, hoy ya sé que es más amable que ayer y es suficiente. 

Hace un instante recibí un correo que también me hace sentir que todo hoy es suficiente. No siempre va a ser así porque todo cambia, porque nada permanece, pero ya una sabe que en el batir diario de las rutinas no sólo hay olas agitadas, también hay paisaje alrededor y es hermoso haber aprendido a contemplarlo. 

Hoy la página Web de la Universidad de Jaén publica sus listados de Máster del curso académico 2015-2016. En la oferta se coló una nueva propuesta "Máster de Psicología Positiva". Aquí va el enlace y la imagen. Allí hablaré de todo esto, de la práctica de la atención plena y un poquito también de la compasión, que son algo más que un estado emocional o mental, son actividades que se pueden hacer, algo que cultivar, que nos hace sentirnos ya suficientes y la mejor versión de nosotros mismos. 


Feliz semana. :)



jueves, 26 de febrero de 2015

EL PELIGRO DE SENTIRSE DIFERENTE

¿Cómo nos relacionaríamos con el/a otro/a si sintiésemos lo que el/ella siente?




¿En qué modo ponerse en la piel del otro es útil para ayudarnos a gestionar nuestro propio estrés?

Estas mismas preguntas se las formuló CLEVELAND CLINIC, una organización de cuidados médicos de EE.UU para que el personal relacionado directamente con pacientes, pudiera gestionar el estrés crónico, que interfería en su desempeño. Estrés que de forma crónica se acumula y genera problemas mayores como rotación laboral, absentismo, fatiga laboral o síndrome de Burnout, que nace a partir de la percepción de sentirse incapaz de poder ayudar a los demás.

Gran parte del estrés que sufrimos en nuestras vidas proviene de la relación social que mantenemos con otras personas (hijos/as, jefas/es, empleadas/os, padres/madres... ). En la calidad de esas relaciones interfiere el prejuicio que tenemos frente a las persona con la que nos relacionamos, cuando no nos identificamos con el estatus o la calidez afectiva de esa persona surge la barrera invisible que actúa como el muro de Berlín; nos separa del otro, nos lo oculta, le niega incluso derechos humanos básicos, tales como el saludo y el afecto. 

Es por esto que personas que están muy próximas a nosotros/as mismos/as pasan totalmente desapercibidas a nuestra mirada (vecino/a, portero/a de fincas, cajero/a de hipermercado, guarda de seguridad, limpiacristales, etc). 

Esta desconexión emocional con los demás, provocada por el prejuicio social hacia determinados colectivos, provoca que no se les reconocen valores humanos esenciales y acabamos objetivizando a las personas finalmente por un "no sé exactamente porqué".


Una clínica de Cleveland llevada por la necesidad de formar a su personal en una mejora en servicio de calidad a las personas usuarias de la misma, decide empezar a trabajar para romper ese muro de Berlín mental, pues "se dan cuenta" (toman conciencia) de que finalmente, cuando hablamos del ser humano "nos vemos diferentes pero nuestros corazones laten con sueños parecidos"

Inician la campaña de difusión de este vídeo para volver a humanizar la forma en que vemos a las personas que están más próximas a nuestro radio de acción, las de nuestro entorno, las personas con las que trabajamos o para las que trabajamos. 

Dulcificar la mirada genera bienestar pues nuestra mente deja de ver como un peligro amenazante a quien no es exactamente como nosotros pero con quien compartimos un mismo destino, morir y haber intentado ser feliz "antes de". Tener una mirada más compasiva con los demás hace que nuestro organismo produzca menos hormonas del estrés, apreciar la diferencia del otro pero valorar a su vez su humanidad produce oxitocina, la hormona de la felicidad, empatizar con la realidad de los demás, individual o grupalmente, nos conecta con la colaboración, el altruismo, la gratitud, al reconocernos todos seres frágiles y con el mismo anhelo de felicidad. Contemplar la belleza de nuestro entorno, aunque éste no sea exactamente bello pero algún elemento sí reúna ésta peculiaridad, nos conecta con la sensación de bienestar. 

El cultivo de las buenas relaciones sociales pasa inevitablemente por romper prejuicios y saludar a quien antes no saludábamos, en preguntar el nombre a quien nos sirve el pan y poder darle las gracias no a un panadero, sino a un ser humano que "tal como yo" le gusta ser tratado con la dignidad que a cualquiera de nosotros nos gustaría recibir. 

Entrenar y cultivar la compasión es gestión eficaz del estrés. Las empresas ya lo están haciendo. Dulcificar la mirada es rentable. 

Podríamos empezar a hacerlo también de modo individual. ¿Y si la gente deja de ser "gente" (grupo o clase social) y comienzan a ser personas (individuos de la especie humana)?



¡Que tengas un buen día!